febrero 26, 2009

Desfragmentación



Se ha dado finalmente el choque de la luna con el sol, salen ahora disparados algunos trozos candentes, resquicios de fuego y pedazos sin destello; están por todas partes: son las pequeñas huellas que permiten el reecuento preliminar de la explosión. Lluvia de luz entre las sombras y yo... yo caminando apenas con pasos torpes, usando mis manos para supervisar que las heridas de mi cuerpo no estén más abiertas... borbotones de sangre surgen de mi pecho... castillos enormes derrumbados, ilusiones hechas trizas... mi alma en jirones... el aire denso casi irrespirable... tú metida en mis ojos, tu diminuta silueta opacada por tanta destrucción... el cielo que se ha hecho uno con el infierno... y sólo he tenido tiempo de ver pasar el invierno... caos, silencio, ruido, más ruido, silencio, la nada... yo, yo luchando por recuperar las partes que han quedado de tu imagen fragmentada.

febrero 19, 2009

Huelga estomacal


Noticia de última hora

Se ha registrado en mi cuerpo algo sin precedentes en la historia de mi vida; hoy estalló en las instalaciones de mi recinto corpóreo una huelga estomacal. Intestino grueso e intestino delgado coludidos en mi contra. Argumentan que durante los últimos meses han sufrido de graves atentados, tales como: pocos reintegros en compensación de la ardua labor que realizan, largas jornadas sin materia prima que procesar, mal manejo de los recursos, desvío de fondos, y sobretodo, reclaman la constante entrada de materiales tóxicos, poco dúctiles y dificilmente procesables. El paro "parcial" de labores dio inicio esta mañana; los primeros registros datan de las 8:oo am, cuando al ingresar al cuarto de baño, se escucharon una serie de sonidos casi inaudibles que llamaron mucho mi atención al percatarme de que provenían de mi interior, específicamente de la cavidad gástrica.

Hasta el momento no se han presentado graves percances, tampoco se tiene conocimiento de cuánto más durará esta suspensión de labores, sin embargo, las autoridades competentes, han tomado ya cartas en el asunto, puesto que, se teme una severa inflación que desencadenaria entre otras tantas cosas, una severa crisis y una tremebunda explosión viceral.

Seguiremos informando...

(para Ella, por ese rugido que lleva dentro y que detonó este levantamiento)

LaBeRiNtO


¡Basta!... Basta he dicho hoy al ver la tarde, al enfrentarme al calor del medio día, al sentir apenas unas pequeñas gotas de sudor sobre mi frente. Ya no más, no más de eso que sabe y ha sabido a sal, sal de lágrimas que duelen. No es que me haya cansado de intentarlo, porque sí, lo intenté, más es muy pronto para ver resultados, por eso lo seguiré intentando, sé muy bien que un segundo no redime tanto tiempo. Con furia, con mucha furia grité BASTA... tenía las manos crispadas, las mandíbulas apretadas, el semblante descompuesto y el alma convaleciente por el golpeteo de aquella rabia creciente.

Cómo era posible que te excusaras -o mejor, te evadieras- con aquellas triviales frases, cómo, con qué argumentos tan nefastos defendías esa infantil y estúpida postura. -No toleraré ni uno más de tus caprichos- vociferé antes de salir de la habitación y azotar la puerta dejando que tus palabras quedarán encerradas, como si con eso fuera a lograr que escucharas los ecos de cuanta infamia habías pronunciado. -Recapacitará- me dije con tan poca fe, que aquella frase sonó más bien como un ridículo intento de convencerme de que así sería.

Caminé entonces a largos trancos por la calle de nuestro edificio hasta llegar a la esquina de la Avenida Juárez, donde doble a la izquierda y anduve dos cuadras más sin detenerme a mirar a los aparadores que tanto me gustaban; pasé frente a la cafetería de Don Simón quien quedó extrañado, cuando no respondí a su emotivo "buenas tardes" como habitualmente lo hacía; tampoco me detuve a comprar cigarrillos en la tienda de Doña Martha, ni ha recordarle a Don Caimán que me guardará un ejemplar el periódico del día hasta que volviera a casa; no, no hice nada de eso, era mucho mi coraje como para detenerme a pensar en nimiedades.

Tenía el ánimo devastado, no podía culparte por las escenitas que me montabas, después de todo, había sido decisión mía la de liarme con una loca de tu categoría. -Loca... sí una loca es lo que es- pensé en voz alta, como me hubiera gustado tenerte enfrente para decírtelo, alguien tenía que recordártelo, aunque quizá fue mejor así, seguramente me hubieras respondido -y qué, ya lo sé-, y entonces mi coraje se hubiera potencializado ante tan cínico acto.

Al llegar a Reforma, me detuve violentamente ante la escandalosa bocina de un lujoso auto que me hizo saber que ya no estaba la luz roja, con tal sacudida me encontré de vuelta en la realidad, pues, me había mantenido absorta en mis elucubraciones; entonces caí en cuenta de que había olvidado las llaves del apartamento, seguro las había dejado pegadas en la puerta, con semejante recibimiento que me habías dado la noche anterior, no me habría dado tiempo ni de despegarlas de la chapa. Dubité unos minutos, más pronto resolví no volver al departamento, porque mi regreso, sin lugar a dudas representaría un nueva afrenta contigo, y por esos días, mi paciencia estaba en sus niveles más bajos, y casi podría jurar que mis nervios no tolerarían ni siquiera el timbre lastimoso de tu voz....