noviembre 29, 2009

Confesiones precipitadas

El romanticismo empolvado -cubierto por los años- y traspapelado -por un incidental olvido- resurge al compás de los tonos suaves y delicados de las canciones propias de las horas en duermevela. Se cuela inicialmente por los quicios de la noche y la luz lunar, poco después se escurre por las grietas de la cama -pese a la reciente reparación- y se desliza altivo bajo la puerta hasta instaurarse en las palmas de mis manos, a tal punto que puedo moldearlo, juguetear con él: fragmentarlo y desfragmentarlo, atinándole a la forma que mis antojos convengan...

noviembre 08, 2009

RaPsoDiA


Sigue orquestándose esta sinfonía y aunque ocasionalemnte no suela reconocerme entre los múltiples acordes que la componen, esta vez, me deslizo entre las cuerdas de los violines para dejarme ver; me permito, incluso, aparecer con las notas volátiles provenientes del piano y con los ahogados rasguidos del violonchelo. Me develo entre los sonidos tenues y armónicos de la flauta y exploto cuando brota de todos ellos la eufonía que da vida a mi rapsodia.

Suena el sax... los latidos aumentan, luego se compasan...

¡No dejes de Tocar!




octubre 23, 2009

DemontreS



Te sujetas apenas de las nimiedades de cada día, miras y caminas, andas con el mismo desenfado de siempre, planeas no detenerte aunque procuras perderte, con cada paso, entre el frío y tanta gente... Pendes de algo que se parece más bien a nada, son sólo los veinte minutos que has dormido en los últimos cinco días: has perdido la noción de las horas y la única vez que te esforzaste en aletargarte, un sudor frío que provino de las sábanas y te empapó el cuerpo se llevó de ti las ganas. Nadie sabe nada ni ve nada, tampoco hay ruido, nada, únicamente te acompaña ese zumbido que crispa tus puños y te revuelve la sangre con el bálsamo -ahora- podrido que -antes- te acallaba los demonios...

Sí, tienes razón, en tiempos primitivos los demonios no te trastocaban o, por lo menos, no atacaban las entrañas de tu ser, se limitaban a rondarte los cabellos y de cuando en cuando te acariciaban, pero qué es al presente de aquellos tiempos...

¡Pinches demontres!... te poseen: maldito cuerpo enfermo tu cuerpo.

octubre 20, 2009

Nauseabundo olor a mar


Ininteligible: nauseabundo olor a mar.

Ganas insoportables de vomitar, todo y la sangre que se agolpa en los intestinos: grueso y delgado llenos de un narcótico salino que no puede ser disuelto por las aguas agitadas de la locura y la liviandad. Gotas ácidas desintegrando los espejos de la dicha viva en aquellas horas ya muertas a manos de los incesantes minutos que se suceden y los que viene detrás.

Nubarrones sobre la cama y debajo del sol. Las venas de pies y manos hinchándose y rompiendo las capas epiteliales, dejando escapar ese nauseabundo olor a mar que revienta en las paredes del cuarto y la casa, impregnando los rincones con una pestilencia dulzona que provoca el trasboco de los huéspedes internos del cuerpo... explosión de vísceras y entrañas, conductos sanguíneos anegados del veneno vil cargado de sal; ojos aguados, puños crispados, ganas de soledad.

Visos de angustia dolorosa, ésa que no se mengua ni entre las viejas cosas resguardas en la memoria ni entre copas y copas. Se escurre el alma por los orificios mórbidos del cuerpo: fauses nasales y boca sin remedio dejan escapar el antídoto contra la irreverente demencia que todo lo invade. Se queda entonces la masa corporea sin amparo y se deja morir sin replicas escuchando a lo lejos el repique de doradas campanas...

¡Puta madre!

octubre 18, 2009

Otro más

(Foto: R. Ayala. Toluca, México )

Este va para conmemorar mi décimo primer aniversario en Toluca, la Bella, la Gris:

Por el barrio de la Merced...

andaba el andariego, caminando entre las calles y los estrechos y solitarios callejones, mirando de frente a los transeúntes que pasan a su lado, alejándose la mayor distancia posible como si temieran que aquel hombre viejo, andrajoso y solitario, fuera a contagiarlos de una lepra incurable. Él, les devolvía el gesto discriminatorio con una sonrisa, incluso con un 'buenos días', 'buenas tardes' o 'buenas noches' según la hora en la que tuvieran lugar los encuentros. El hombre, el viejo, el andariego comprendía algo que ellos, los otros, no; se alegraba de su incapacidad para darse cuenta que él, al contrario del resto de los hombres, tenía por patria la ciudad, esa 'ciudad tan bella como cualquiera'. Y así andaba el hombre, el viejo, caminando a pasos lentos cada camino, cada pasaje y corredor, a sol y sombra, deteniéndose a mirar los aparadores de las tiendas y zapaterías (sin desear eso que no tenía), contemplando las plazas, parques y monumentos de aquella urbe, dialogando con la gente que se cruzaba en su camino, incluso, aunque esa gente, 'la otra gente', no supiera que esas conversaciones iniciaban al momento de encontrarse y finalizaban una vez que superaban al hombre tres o cinco pasos.

Un trotaciudades, el trotamundos de los mundos de su ciudad, siempre con hambre, siempre con frío; andando sobre sus pies se desplazaba desde la cabeza de Adolfo hasta el monumento a Zapata, desde el paseo Colón hasta el colofón de las callejuelas del cerro de la Teresona; pero cada noche volvía cansado a su barrio, al barrio de la Merced, que tanto lo estremecía, volvía cansado, sucio y hambriento, andando lento pero contento, como si alguien lo esperara de vuelta en casa, o le hubiera ya calentado la cama. Cada vez que caía lo noche él estaba de vuelta, puntualmente retrasado, y se sentaba en el atrio de su iglesia o en las bancas de su plaza a observar la parsimoniosa agonía de la ciudad, su ciudad que era a un tiempo su casa, su patria y su galaxia entera.

Tálamo


Silente, muda, más incluso que silencio; diminuta o abismal según la profundidad de la noche o la posición de la luna. Sola y fría, sí, a veces cuando no tiene cuerpos, ni sudor ni besos que humecten su piel o sus deseos. Abrasadora y rotunda cuando después de unas copas, del misterio y las risas, dos amantes se tumban y la riegan de pasión y de ganas; se vuelve entonces cómplice y compañera, amiga discreta, de ésas que saben muy bien lo que pasa y cómo pasa, pero se reserva en el silencio para disfrutar traviesa de lo que posee, de lo que sabe y calla.

Desierta, sobre todo, cuando hay tormentas y las arenas movedizas trastocan los pasos seguros alejándola de convertirse
en oasis. Tropical o veraniega según se le ocupe y con qué frecuencia, a placer de las horas que se pasen en ella.

Seductora y coqueta, invita al cuerpo y los huesos a perderse entre sus pliegues y capas, en la confortabilidad de sus brazos y piernas que ciñen ajustadamente al ocupante en turno. Infiel, capaz de recibir con amabilidad y agrado a quien la tome despojándola o no de sus ropas; aloja y cobija a cualquier forastero, o un par o más de ellos, cumpliendo exigencias y gratificando con suaves y breves descansos o profundos y prolongados estados de éxtasis al que con fervor a ella se entrega.

Protege y cura, mancilla y provoca, seduce pero, sobre todo, conduce al letargo exquisito de sentirse perdido en sus adentros, detrás de su vendaval y ajuares… caliente, suave y deseable: la cama.

septiembre 13, 2009

Grietas



Voy a callar lo que se sobreentiende y dejaré de decir, por ejemplo, que a menudo, cuando llega la noche y las canciones de antaño la rayan, siento tu presencia metida en los quicios de las puertas del armario, en las rendijas por las que se me escapa tu voz y en los recónditos sitios donde -antes- colgabas los ojos para que no me miraran. Callaré también los secretos de tu piel, los vicios de tus manos y las marcas de tu espalda; dejaré de contarme los mismos cuentos: esos que hablan de ti y de mí, de cuánto y cómo quisimos querernos; olvidaré rociar las sábanas con el sudor de unos cuerpos inertes, empolvados y envejecidos; esos cuerpos que añoran lo que nunca jamas sucedió. Evitaré volver la mirada cuando al caminar el sonoro ruido de tus tacones alcancen mis pasos enmohecidos; empacaré en un desgastado veliz tu boca y los dedos de tus pies, tus codos y el negro de tu cabello, lo sellaré con besos de mis labios y lo sepultaré al interior de mis huesos, y entonces ya no habrá más serenatas ni noches de fiesta en tu honor, ya no más botellas de vino consumidas entre gritos y dolor, ya no más tu sonrisa dibujada en el humo gris del cigarro que se me quema entre los dedos. Pintaré de un nuevo azul las paredes, compraré cortinas y abriré las ventanas, desinstauraré el orden de tus cosas pero, sobre todo, repararé las grietas de la cama por las que -ocasionalmente- vuelves de tu exilio para hacerme el amor mientras me saboreo los -ya, anticuados- recuerdos.

septiembre 12, 2009

Encarcélame


Hay remolinos en los mares y en las cosas. Ventarones en el alma. Playas desiertas. Nubes grises sobre la casa. Olores regados entre las sábanas. Hay veranos e inviernos cruzando ese mar. Dolores de cabeza y mujeres hermosas que se vuelven molestas cuando no se pueden olvidar. Centellas y fuego que raspan las lenguas. Pies cansados de tanto andar.

Hay cosas que pintas y vuelves a pintar. Hay cientos de razones para encerrarme contigo y cerrar la puerta después de entrar.

agosto 24, 2009

Encinta


Sé que me esperaste, como cada tarde, allí debajo del viejo faro, tapándote la lluvia con el desteñido impermeable que te regalé hace tantos veranos. Esperabas paciente, inmóvil, con esa postura airosa y despistada con la sueles -o solías- esperar el autobús cuando salías del trabajo; con esos ojos tristones con los que me mirabas la cara y el pelo cuando discutíamos y me echaba sobre la cama mirando el techo y las paredes intentando ya no escucharte. Estabas allí, cuando las agujas del reloj apuntaban la hora, esa exacta hora, en la que la manecilla se han cansado de tanto dar vueltas; era la hora, la hora de siempre, la hora de los reproches y los besos, de las buenas tardes y las noches insomnes; era la hora en la que recordabas que me esperabas y yo esperaba que me recordaras. Y admiro tu temple, tu insistencia, las cosas que haces sin pensar, apenas midiendo los pasos, tambaleando entre sombras y charcos gigantes que se vuelven lagunas al momento en que pisas la orilla y te propones surcarlos. Y no entiendo tus ganas, la obsesión de asomarte cada tarde, cada invierno a las calles, vacías y olvidadas, buscando la chispa que encienda la mecha por los años mojada, enmohecida y carcomida por los minutos polvorientos e insípidos que como festín te sirves conmemorando el aniversario luctuoso de nuestra historia. Y qué infame he sido contigo, pasando a diario a tu lado, disfrazándome con los harapos que me quedan, para que no me veas mirarte, perfumándome con las gladiolas marchitas que te causan jaqueca y alergia para que te apartes de mi andar. Qué infausta actitud la mía, paseándome del brazo de otras, presumiéndote sus siluetas y curvas, mientras tú esperas, tan sólo, verme pasar, sin hablarme de tiempos mejores ni de días rebozantes de sol o de cadenciosa lluvia... y yo embriagándome con mejunjes baratos, elaborados con plantas de ornato podridas y hierbas que han perdido el color. Pero no te pido perdón, no aunque consciente estoy de lo vil que he sido; es tu culpa, toda tuya, me lo has dado todo: el tiempo y la vida, tus sales y humedades, la piel y los huesos, y no, yo de ti no quiero eso...

De ti quiero el olvido y la espera, lo que se quedó atrás con los años, te quiero en los tiempos de antes, con esos vestidos lujosos y elegantes, con las manos enguantadas y el cabello teñido, en los libros leídos y los relojes detenidos. Sin embargo, lo sé, se nos acabó aquel cuento encantado, las letras y la tinta... por eso ya no esperes, pasaré como hasta ahora, sabiendo que sólo nos queda la esperanza encinta en el vientre de una mujer moribunda.

agosto 17, 2009

Consagrando mis recuerdos

Fuiste la ciudad y la noche,
las horas y las calles mansalvas,
los días sin dios,
pecados y cuerpos d
errochados;
fuiste tú, fuiste antes, eres el instante.


Y fuiste tan breve que me duraste el trágico lapso entre un suspiro y un parpadeo... el tiempo que tarda en diseminarse una bocanada de humo, mientras nuestros 'better days' se hacían cenizas sobre la tela por la que después soplo el viento... Y fuiste tan absoluta que aún en los días de mi día, se escurren sobre el cielo los nominativos que usabas y tus ojos colgados de una nube cargada a punto de reventarse sobre mis hombros... Y fuiste tan noctámbula que de vez en cada noche, surcando las profundidades de los negros abismos, encuentro que sólo por una noche, la luna brilla sin atavismos.






agosto 10, 2009

Domingo Amores


El silencio esgrime desenfrenado notas a pie de página que resumen los sueños pasados de noches añejas. Y tú esperas, esperas atrapar en las hojas imágenes viejas de aquellas mujeres que salieron de tu casa habiendo apenas cruzado la puerta para entrar. Y la tinta se escurre sobre el papel así como en tu memoria se deshilvanan las cosas que quisiste para ti y que ahora añoras con la misma intensidad con la que las detestas. Quisiste contar historias, inventar mentiras y te llenaste de excusas para asediarme cada tarde al llegar.

¿Qué se siente?, ¿era esto lo que querías?... poco importa ya... es todo lo que tienes. Sigue fingiendo, que más da, al fin que la noche te cubre entre sombras y te hace invisible y te permite permearte entre las rendijas y quicios, entre goteras y desvelos.

Es todo lo que tienes, eso y nada más... tus farsas y tretas, los sitios de escape, tus guaridas, tus murallas... No, no digas más, a ti te va bien el encierro... te ves mejor prisionero que cuando andas al vuelo atrapando las mentes de aquellos que duermen o -cuando menos- intentan descansar. Ya llegaste Domingo Amores, con tu madrugada y tu sol de mañana, con tus dudas y tu drama certero con el que pretendes cautivar.

Pero puedes marcharte ya que desde hace otoños Viernes Pasiones no te espera ni te guarda lugar en su cama, y hace unos días Martes Corazones le puso precio a tu cabeza; ya ni siquiera los días de guardar está dedicados al señorón de Domingo Amores... y en este puerto, en aquel pueblo y en las costas de la región gobiernan Lunes y Jueves, los hermanos Dolores.


agosto 05, 2009

¿Qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

Y la noche, siempre tan a tiempo, tan medida y a veces... tan inoportuna

julio 17, 2009

Una sombra persistente

Y aparece de pronto como en un remolino, como arrastrado por los vientos o impulsado por las olas lascivas; cae del pedestal y se rompe en más de mil pedazos, se fragmenta, pierde en un parpadeo la totalidad que lo compone, se deshace en ese segundo rapaz de las dos palabras que le delinea el rostro y las manos. Con la brutalidad del golpe pierde las piernas, se fractura los tobillos y yace de rodillas, casi, implorando perdón por los más de siete pecados cometidos sin ayuda de las fuerzas malignas, que -dicen- abrasan su alma, y la rebasan. Comenzó como una repentina y fugaz comezón, ahora es una picazón insoportable que le ha dejado imborrables huellas de rasguños en el torso y la espalda. Está desfigurado, oculto detrás de la ventana, espiando desde los rincones, pues, pese a su desfragmentación se reusa a perderse de los insuperables momentos que están resguardados tras las paredes de la habitación. Es un espía encubierto, un pobre diablo que deshaciéndose de lo que se ha hecho, se empeña en desgarrarse la piel por retratar y resguardar en su memoria, una imagen, una sola imagen. Busca el modo de permearse por los resquicios de la puerta, mira con atención por el picaporte, con las ganas envolviéndole el cuello hasta asfixiarle... intenta, se debate, con la intención de capturar la imagen taladrante que cimbre sus entrañas, esa que haga bombear su sangre y le devuelva la vida para poder morir... sí, desea vehemente recobrar la vida que le ha sido negada para quitársela con el placer de la muerte. Los frutos de su propio 'jardín de las delicias' no se han agotado pero, ya no es capaz de cosechar. No, no es que la pasión ya no incendie su venas o consuma con el fuego su lengua; no, no es eso, simplemente la locura le invadió la cabeza y el cuerpo, y sabe por primera y diez milésima vez, que en esta ocasión, no es transitoria.

julio 08, 2009

PaNoRaMa


Que si esta pluma no se cansa,
te seguirá escribiendo, casi, como si te recordara...

Otra vez ha llegado el otoño, la ciudad, esta ciudad "tan bella como cualquiera" una vez más se ha teñido gris y lluvia; las calles han vuelto a estar frías y desoladas... pero cuánto ha crecido, cada vez hay más negocios, calles y avenidas repavimentadas y uno que otro lugarcito para atraer al turismo; hoy levantan un edificio aquí, mañana se inventan una enorme construcción allá, luego desaparecen los árboles de algún parque, cambian la apariencia de esa plaza y derrumban aquella casucha vieja para poner en su lugar, un espectacular museo que resguarde la 'creatividad' e 'inventiva' de tanta modernidad. Seguro que ya no reconocerías esta ciudad, ha dejado de ser la que era el verano que te fuiste. Se han encargado de destruir los vestigios de las callejuelas y esquinas que por tantas y largas noches te cobijaron. Decidieron así como así, deshacerse de nuestros lugares favoritos, de los escondites y los breves espacios donde solíamos derrocharnos. Mucho me temo que no han pensado que existen amantes que conservan dulces recuerdos de maravillosos momentos en esos 'anticuados' rincones. No, Toluca, la Bella, no es lo que fuimos ni será lo que nunca seremos. Se ha difuminado con el pasar de los otoños, primaveras e inviernos, la imagen que teníamos de nuestra ciudad que era al mismo tiempo, nuestra casa, nuestro planeta y nuestra galaxia entera. Hay tantas carreteras y distribuidores viales, tantas opciones para evitar el tráfico a las horas pico, para llegar al Distrito Federal en 45 minutos, y viajar al resto del país desde el nuevo y fabuloso puerto aéreo, que nadie puede atreverse a decir que Toluca no es más que un 'pueblo bicicletero'. Vaya... cómo ha pasado el tiempo, cuántos veranos desde que te perdí irremediablemente. Cómo se han caído los días, cómo se nos han muerto los momentos de insaciable pasión... ¿cómo es que no estás aquí?

Y mientras la ciudad se encarga de restregarme el pasar de los años, yo me entrego a la tarea de seguir viviendo, y voy andando, andando y amando, amando. Camino las calles de antaño, volviéndome a mirar los aparadores, comprando cigarrillos en cualquier tiendita, desgastando mis pasos entre la gente y los días, que se suceden con tal rapidez que ya he perdido la cuenta de las pisadas que nos separan.

Para: Helena de mi antigua ciudad

julio 02, 2009

Estío


Y se les apareció el verano, como si en un parpadeo hubiera atravesado la calle o doblado la esquina con desaire. Y en esos días de opacidad celeste entre Ella y L la luz ilumina lo suficiente y el fuego calienta sin quemar. El tiempo sigue tan loco y enamorado como desde el invierno pasado... y se les escapan las horas entre besos y caricias tersas, entre sábanas y el lenguaje mudo de sus cuerpos a veces desnudos, pero siempre ansiosos de sentirse. Se presentó el estío, tocando suavemente a su puerta y estrellándose en pequeñas gotas de lluvia en la ventana de L; llegó a reducir con sus días grises los abismales tres pasos de distancia entre sus espaldas.

Toluca, la Bella, se volvió en Toluca, la gris y les llueven eternos instantes, eternos que viven en ese momento y les pertenecen por siempre. El sol sale -a veces- y sus besos entran por el ventanal, fragmentados en cientos de partículas luminosas que acarician a L desde muy temprano y le acompañan hasta que la oscuridad limita sus pasos sin apaciguar sus ganas.

Les ha llegado la época de ambrosía y con ella, los amaneceres febriles, las noches idílicas, los aguaceros y los cielos teñidos de azul grisáceo que atestiguan la esencia de su presencia etérea y definitiva en la cama, entre cuatro paredes y en el cosmos.

junio 26, 2009

Pasos atrás


Una ciudad que antes fue mía y ahora es de mis recuerdos, una casa cimentada en cientos de ilusiones que han perdido el sentido y pintan ahora las paredes de milenarios misterios, ya sabes, cosas que quisieron ser y no fueron, hasta otra vida quizás... unas escaleras alfombradas con lágrimas, sonrisas y juegos... unos peldaños que conducen a las soledades de las blanquecinas paredes... una puerta por los años maltratada... detrás algo que simula una cama...

junio 03, 2009

Entre ruidos y rugidos


Odio tenerte que gritarte para que me escuches, pero odio más que mi voz, por más que se desgarre, no llegue siquiera a acariciar tu oído. Detesto sentir que todavía tienes un lugar en mí, aún cuando hace tanto tiempo te fuiste, prometiendo no volver. Pero definitivamente, cuando más enrabio, es al descubrir que cada día te espero pretendiendo que te olvido y que de ti no queda más.

mayo 25, 2009

Que me amanezca en tus brazos


Tan sencillo como que he pasado los días de mi vida coleccionando acordes para darle forma a la gran canción que resumirá mi historia...
y contrario a redactar mi epitafio,
paso el tiempo construyendo mi requiem...
Lo extraño es que contigo aquí,
las notas se suceden inversamente,
y ya no comienzo las piezas con SI -pensando en hubiera- sino con SOL -deseando que amanezca-.

mayo 13, 2009

Baúl de los recuerdos


Se le acababa el día, y con él, sus horas de lucidez... comenzaba la demencial tarea de dar rienda suelta a sus fantasmas, de cenar y brindar con ellos, de bailar entre sus brazos el tango que a profundidad rasgara sus nostalgias; ese mismo tango que todas las noches le inundaba de recuerdos y le llevaba a la cama, rendida de acordes, embriagada de melodía, para perderse después...
Se le ve ya súpita en el mar de las posibilidades, allí donde todos sus anhelos son, más que reales, realizables... de allí obtendrá la historia que ha de redactar mañana y que estará, a más tardar en un mes, publicada en el libro de las hojas en blanco; ese mismo libro que sólo permea las letras cuando se vierte la propia sangre entre las páginas del papel corrugado...

Ha entendido que no debe temer más, que habrá cientos de cosas que no puede ni podrá explicar... ya no hay más lastres... se ha desprendido por fin de tan perversas ataduras y ahora respira y piensa con libertad mientras camina... Sus pasos son más livianos y no por eso menos seguros... surca el mar de las desesperanzas con los bolsillos llenos de ganas... Ya no pretende más aniquilar su propio recuerdo, pues, se ha hecho consciente de que ese no lo perdurará Ella, serán los otros, esos que en el camino -con dolor y sin él- se han ido quedando con partículas muy suyas, con piezas y argumentos que le pertenecieron y le pertenecen pero con un tiempo y una distancia considerable, lo que no les quita el valor de propiedad, pero les añade ese rastro de lo que ha sido conseguir su libertad.

Y poco importa cómo terminará la historia que resulte de sus cavilaciones, ahora duerme profundamente, y cuando despierte surgirá de las sombras con los ojos más líquidos pero menos compungidos, con las manos más heridas pero menos sangrantes... con los pies dolientes pero, sedientos andar... estará lista entonces para sostenerse con sus propias piernas y comenzar a caminar.



En memoria de aquel viejo cuarto,
donde un día cerró los ojos
con la esperanza de despertar allí mismo,
mil años luz antes de ese momento.
Esa noche flotaron por la habitación
-como ahora en esta hoja-
esas memorias que pertenece al baúl de los recuerdos.


mayo 10, 2009

"Mirando al cielo" Huecco


Y qué hago aquí mirando al cielo, a 10 mil kilómetros de tus besos...
Lejos, extremadamente lejos de tus besos,
intentando en vano cazar las estrellas con los dedos,
echándote de menos,
tu carita de melocotón, tu boca, tu pelo...
Mirando al cielo,
implorando un tiempo muerto,
al dueño del universo,
pa' que escuches mis versos y me mande de regreso,
directo a la tierra del fuego,
a tu cama en llama con besos de queroceno...
Y me enveneno aquí sin ti,
extraño tu presencia,
carnívoro de tu esencia,
duele más tu ausencia que las balas del infierno...
Te echo de menos...

abril 26, 2009

CaFé Y CuErPo dE MuJeR


Entre los incesantes ruidos de aquella vieja y poco concurrida cafetería, un día muchos años atrás, se sentó como cada tarde a disfrutar del ajetreo de la ciudad desde la pasividad de su asiento... Llovía entonces, y como cada tarde de lluvia, dio rienda suelta a sus recuerdos de mujer... Y en esas estaba cuando se preguntó porqué sería que existía una asociación entre café y el sexo... y dedujo entonces que quizá tal cosa, se debía a que existen grandes similitudes entre el café y el cuerpo de una mujer:

El café al igual que la mujer puede tomarse caliente, tibio o frío -cosa que es poco recomendable- pensó. Tanto el café como la mujer, despiden un exquisito aroma que detona recuerdos, instintos y sensaciones... Aroma de café y aroma de mujer son además una excelente combinación. El café despierta en la boca del que lo prueba y con delicadeza lo bebe una fiesta de sabores, lo mismo que el cuerpo de una mujer cuando se degusta con suavidad y con tiempo. La hora del café propicia largas y fascinantes conversaciones que rara vez termina en un acuerdo, se profiere en cambio un: "no te entiendo"; hablar de mujeres es un tema polémico y absorbente, pueden pasarse horas, pero regularmente la frase concluyente es un: "quién las entiende", mas el café puede beberse mientras se conversa, pero no es fácil conversar mientras se bebe una mujer -se dijo después-.

Una taza de café y una mujer siempre se antojan en la cama... o bien, pueden estar calientes y sobre la mesa; las manos se vuelven tremendamente hábiles en caso de que se tenga un cuerpo desnudo o una taza entre ellas; tanto las mujeres como las tazas de café, pueden verterse, vaciarse y después volver a llenarse, las veces que se desee; además las mañanas son más gloriosas cuando al despertar descubres esa silueta de mujer paseándose sin ropa por la cocina mientras la cafetera se encarga de tener listo el primer café. Un café bien cargado y una mujer pueden mantenernos despiertos toda la noche y activos un día completo -agregó-.

Y bueno, así como en la taza después del último café quedan sedimentos de éste, así en la piel y en las sábanas quedan sedimentos de mujer cuando se ha concluido el acto. Una vez terminado el café se enfría la taza, así como se enfría la cama una vez que el cuerpo se ha ido. Y finalmente afirmó- habemos quienes disfrutamos enormemente de una taza de café y de un cuerpo de mujer, y quienes enloquecemos sino tenemos cada día un buen café y una mujer buena ¿buena mujer?....


abril 18, 2009

FrAgOr



Un día decidí que debía sentarme a escuchar el Silencio... el día llegó y él habló y habló por horas y horas, me miraba, luego miraba el infinito que se nos adelantaba... sofocado, incluso, desesperado, me envolvió con su sombra dejándome un amargo dulzor en el cuerpo, en los labios y en la boca... Se me apagó la luz y me entregué a sus brazos... El tiempo se marchó dejando entre nosotros graves estragos... Salió después el Sol, nos sorprendió aún abrazados, fundidos en uno solo... fue entonces cuando el fragor de aquel encuentro se escuchó de cerca y a lo lejos.


Me sedujo, me indujo a olvidarme... y primero nos miramos, después nos tocamos, hasta que por fin nuestros cuerpos se entrelazaron... y yacíamos, el Silencio y yo en el mismo lecho, un lecho improvisado: de memorias y remembranzas, de llanto y nostalgia... él creía que seríamos, más descubrí que desde ese momento, no sería ya la misma... el silencio no tenía lugar en mis adentros... se lo dije entonces, petrificado me miró -ya no con amor sino con rabia- y dijo: "aún así, te acompañaré, seré tu silente compañero, no me notarás aunque ande a tu lado y de tu mano, no me reconocerás pese a que vaya rodeando con mis brazos tu cuerpo y tu cintura". Luego se quedó callado, el Silencio no volvió a producir un ruido, nada, ni siquiera algo parecido a un lastimoso gemido...


Desde entonces hasta ahora me visto cada día con los sonidos, las voces, los gritos y los suspiros... con el susurro del viento, con la opacidad de las gotas de lluvia que suenan al caer y estrellarse valerosas contra la ventana... me embeleso con el murmullo de la tierra y el crujir del fuego... me cubro diariamente con una sinfonía porque el clamor del Silencio se escucha, resuena en mi cabeza, en mi piel, en los huesos... y cualquier noche puedo extrañarle tanto como para perderme con él, en él, sin miramientos, perdidos nuevamente en el tiempo y en la cama...

(Por que sé que nos recuerdas: me habitas)

abril 14, 2009

La indirecta comprendida


Y finalmente, como un sordo rumor, volvió a escucharse el sonido de aquellos, tus tacones lejanos...

...allí, a unos pasos de distancia...

abril 12, 2009

Suspiro entre trazos borrosos, rotosos...

Esa misma mañana, cuando despertó y sintió la punzada que desde hace tantos días le aquejaba, supo de inmediato que había un sobre en el buzón... bajó a grandes trancos la escalera, con un golpe violento abrió la puerta y salió al porche, de un salto libró los escalones y llegó hasta la caja, abrió la tapa apresuradamente, metió la mano y recogió la pequeña cartulina; una vez de vuelta en el pórtico, encendió un cigarrillo, se sentó en la polvorienta mecedora, desdobló el amarilliento papel y leyó:

Y si hoy que es domingo y Dios descansa y no puede mirarnos, mucho menos juzgarnos, conducimos nuestros pasos entre el ruido de las calles... y si con desenfado andamos, sintiendo nuestros cuerpos palpitantes... y sin nos amurallamos y nos perdemos en aquella vieja cama...

Sabés bien que ayer fue en demasía pronto, sabés también que si despierto mañana será entonces -para vos y para mí- terriblemente tarde.

Se me desgasta el recuerdo de vos, me voy perdiendo en tus memorias: somos trazos borrosos, rotosos... Lo sabés, vos lo sabés todo, desde antaño lo supiste... ¿qué hacés hora que no me mirás ni me tocás? Vos dijiste que esto pasaría y pasó, nos pasa... No lo sabés pero yo me encuentro con vos diariamente al doblar la esquina, te miro en otros ojos, me tomo el café con vos y te platico de mi vida... y una vez entrada la noche, como antes, religiosamente te llevo a la cama y me pierdo en vuestras piernas flacas y caderas huesudas... Vos estrenaste mis noches, mi piel, mis huesos y tantas otras cosas... Vos debutaste en mi boca... Esa boca cuyos trazos son ya borrosos, rotosos...

Sos hermosa... son enajenantemente vanidosa... sos tremebundamente dolorosa.

Nuevamente la carta había sido devuelta, miró con tristeza el sol que apenas se levantaba impetuoso en el horizonte, apagó el cigarrillo, exhaló lastimosamente y cerró los ojos...

abril 10, 2009

Evocarte para invocar

Islamar, primavera 09'

Aparécete... yo te invoco.
Convoca hasta aquí tus pasos,
date el lujo de virar una vez más.

Aparécete... yo te invoco.
Déjame mirar tu silueta al llegar,
tu modo de andar,
tus pies descalsos sobre la arena de este mar.


Aparécete...
Trae contigo tus piernas,
rodáeme con ellas,
entre la brisa ligera y esta niebla.

Aparécete...
Devuélveme esa boca,
traela hasta mi boca,
y eternicemos la fugacidad de ese instante,
por tantos años agonizante,
todo aquí,
entre la brisa ligera y la tibia arena de este mar.

abril 09, 2009

Quella -funesta- finestra


Jamás pude explicarme la rabia con la que me enfrentaba a lo que de esa ventana provenía... era un ataque subversivo en mi contra -sin que aparentemente tuviera la intensión de serlo-... en cada ocasión que me paraba a pie enjuto al borde de aquella abertura se mezclaban tal cantidad de emociones que no había plataforma alguna que pudiera rescatarme del terremoto... y vaya que la sacudida me aturdía!!!...

Inexplicable el terror que me causaba mirar sus ojos dibujados en el bello rostro que contrastaba con el azul de fondo... me angustiaba pensar que desde ese lugar, inmóvil, me miraba y -que por si fuera poco- con esa mirada escudriñaba no sólo mi cuerpo sino la profundidad de mis adentros... esa peculiar forma de verme me generaba una insoportable sensación de desnudez, que al paso del tiempo se transformaba en un lastimoso dejo de dolor... era como si a través de los ojos intentará escupirme sus secretos. Y yo idiota me enfrentaba a ellos como si realmente me correspondiera tan deshumanizadora tarea; hurgaba las líneas, desenmarañando palabras, avanzando con cautela entre laberintos de letras, con el sopor a cuestas. Era tan brutal el recorrido por aquellos funestos senderos, era tal la dolencia de aquellos torpes y pesados pasos que mis pisadas agónicas quedaban marcadas en el hastío de las arenas movedizas de su escritura.

No tenía porqué, lo sé, aunque nunca se lo dije, siempre pensé que era precisamente aquella mezcla de terror y excitación lo que me seducía, y era entonces cuando perpetraba los cristales de la claraboya y me sumergía irremediablemente entre la tinta y el papel sobre el que trasbocaba, hasta vaciarse, hasta sentir que ya nada dentro le causaba molestia... hasta que el tétrico silencio la invadía y la dejaba en la cama, rendida, profundamente dormida.

Y era entonces su vomito lo que yo leía... frases cortas y suaves, otras largas y brutales, unas dulces y amables, muchas más vivaces, pretenciosas, perniciosas, tendenciosas; las había nostálgicas, dolorosas y caprichosas. Grafías amorfas, azules, doradas, grises y aventuradas, todas por su mano, sutilmente delineadas para darse el lujo de purificarse, mientras prostituía con ellas no sólo mis ojos y mi piel, sino mi pasado y mi fe.

El fastidio de la distancia, lo insoportable que resultó su ausencia, lo febril de su adolescencia, lo grácil de su infancia y lo imprescindible de su juventud flotando en el mar detrás de la ventana, navegando entre frías corrientes de otros ojos y más puños palpitantes que en el cielo surcado de su hoja en blanco se han quedado. Y ya la verborrea y la voz rompen en la playa de la oscuridad y el desconsuelo, y ya yo voy pescando con fervor los breves fragmentos, las viñetas y el sin fin de destellos de brillantes ideas.

Brotan después de las cavidades de mis claros espejos, a cuenta gotas aguas salinas que ruedan hacia abajo por mejillas y cuello, y limpian con desenfreno a su paso, las impurezas que sus vituperios y oprobios han ido dejando a lo largo de mi recorrido morboso, tortuoso, monstruoso.

Y todo del otro lado de la ventana, donde alguna de estas noches, en el preludio de luna llena, se desvanecerán las grafías, la monserga y la prosa profana de su pluma. Cuando de mis lumbreras se agote el plañido y el oleaje arranque de tajo sus constantes rugidos y todos sus sonidos, incluido el desgastante eco de su voz, que trae consigo las voces de otros, que no tienen porque ser: mis demonios.

abril 02, 2009

De otra, será de otra, como tú de mis labios

Y entonces en un violento intento por conciliar el pasado con el presente, desprendió una hoja y escribió:

Pero es que en ese afán
de olvido, me encuentro
tu nombre por descuido

Anoche Flaca, anoche no tenía ganas de ti porque había una mujer en mi cama, sí, debajo de las sábanas, frotando su piel contra la mía y disfrutando de las delicias del cuerpo y la carne.

No, tú no estabas, sólo Ella y yo a puerta cerrada, jugando cuerpo a cuerpo, apostándole a su desnudez y a la mía; urdiendo con estos dedos esos lugares recónditos, recorriendo con mis palmas cada palmo de dermis y epidermis, descubriendo con mi lengua cavidades antes para mí vedadas.

Y estábamos con la piel pringada de cristalinas gotas de amor, sexo y ganas; con las bocas acuarteladas, en los labios mordiscos de esos que encienden la flama... ardía, ardían las paredes, las sábanas y la cama... Fiebre, en Ella de mí, en mí de Ella... calor de cuerpo de ambas... Sí, en las paredes blanquecinas se proyectaban dos sombras, mas un sólo torso había en la cama.

A conciencia Flaca, todo fue a pura conciencia, la deseaba y quería su silueta dibujando en el aire indescifrables piruetas, y su espalda sutilmente bronceada y su vientre caliente y su sexo mojado. Por eso ella estaba conmigo, por amor y por ganas. Sí Flaca, le amo, de algún modo le amo, y a su manera Ella también lo hace conmigo... lo hacemos...por amor y por ganas, sin rencor y sin miedo... lo hacemos... por religiosidad, pasión y deseo.

Joder. y yo allí, con la boca seca y palpitante de besos y Tú, en algún lugar ofreciendo, lastimosa, tus labios.

marzo 20, 2009

Ecos de ciudad


Van mis pies andando por las calles de una extraña ciudad, sus sonidos se hacen audibles a medida que penetro con mis pisadas los sombríos sitios que resguardan sus secretos. Los ecos de mis pasos se confunden a momentos con los de Ella que anda de mi mano y de mi brazo y de tanto en tanto, de mi cintura. Y nos vivimos, y nos descubrimos, entre viejas construcciones, murales, pinturas, plazas, espejos y el trajín del transporte público. Las manos entrelazadas, los pies acompasados, y sus ojos en mis ojos clavados. Andando entre banquetas pobladas de gente y fuentes de agua murmurante voy rozando su blanquecina piel, al tiempo que va perpetrando con su boca mis labios, de cuando en cuando. Eso que sentimos ya no flota en el ambiente, ahora, nos pertenece. Sabor a ciudad, a esta nueva formar de darse, conciliando pasado con presente. Ecos de ciudad, de pasos perdidos que andan el mismo camino. Amor de ciudad, de su ciudad: un nuevo lugar donde nos enamoramos.

marzo 09, 2009

Exquisiteces


Pero sólo te veo y te veo..... y no me atrevo a tocarte. Tus aromas me envuelven. Te siento, amor, te siento. Tienes fuego adentro. El tiempo no existe. Sólo esto. Fusión de suspiros, tormenta de ecos. Qué embriaguez. Qué júbilo. Un vuelo de tórtolas sobre tu cuerpo. Nido de alondra tu nido. Tu gruta encarnada. Ansias, tengo ansias de tu vientre, del coral entre tus muslos.

Te dibujo con los ojos con tu propio contorno. Te miro mil veces. Vuelvo a mirarte y no me canso. Cuántas humedades nos recorren. ¡Ay sudor que nos brillas la carne! El silencio, callado, nos escucha desearnos.Desde tu orilla, llega tu aliento y me muerde, excitado. La tarde se tiñe de savia, de pájaros-flores, de un olor a sándalo. Tu sexo tierno me invita. Lo mismo tu pelo. Tus pezones me retan. ¡Cómo quisiera llenarme la boca con ellos !Acércate, las velas de mi amor están dispuestas anavegar hasta tu más profunda piel, para tocar tu esencia.

Ven, vamos a amarnos y amarnos y amarnos, y a no parar de amarnos.

Cómo brilla en las pupilas la ternura. Cómo tiemblan,encabritadas, las espaldas. Cuanta plenitud en una simple mirada.

Por fin, rompes el espacio con tu mano, rozas mis labios con tus dedos.

Deshaces el hechizo de la bella durmiente. El deseo se desboca en un columpio infinito. Nuestras caricias desgranan la noche. La penumbra es un chal que nos cubre los hombros. Afuera, el viento vuela la historia. Bajo las sábanas, amor que pertenece al Cosmos, dos mujeres se aman con un lenguaje secreto, alejadas del mundo.

A pesar de todo.
Fragmento: "Seguramente así aman las diosas"
Rosa María Roffiel

marzo 08, 2009

De otros

QUE SE CIERRE ESA PUERTA...
Carlos Pellicer

Que se cierre esa puerta que no me deja estar a solas con tus besos. Que se cierre esa puerta por donde campos, sol y rosas quieren vernos.

Esa puerta por donde la cal azul de los pilares entra a mirar como niños maliciosos la timidez de nuestras dos caricias que no se dan porque la puerta , abierta.....

Por razones serenas pasamos largo tiempo a puerta abierta. Y arriesgado es besarse y oprimirse las manos, ni siquiera mirarse demasiado, ni siquiera callar en buena lid....

Pero en la noche la puerta se echa encima de sí misma y se cierra tan ciega y claramente que nos sentimos ya, tú y yo, en campo abierto, escogiendo caricias como joyas ocultas en la noche con jardines puestos en las rodillas de los montes, pero solos tú y yo.

La mórbida penumbra enlaza nuestros cuerpos y saquea mi inédita ternura, la fuerza de mis brazos que te agobian tan dulcemente, el gran beso insaciable que se bebe así mismo y en su espacio redime lo pequeño de ilímites distancias...

Dichosa puerta que nos acompañas cerrada, en nuestra dicha. Tu obstrucción es la liberación de estas dos cárceles; la escapatoria de las dos pisadas idénticas que saltan a la nube de la que se regresa en la mañana.


(Cuando pensamos que no lo lograriamos: ahora estamos; te extraño R.I.J.E)

marzo 07, 2009

Egoísta, amor egoísta


Mírame hoy que soy... mañana -si es que todavía tenemos otro día- no seré... ¿cómo cuesta, no es así?... ahora no me pidas que me quedé... esta noche, aún estando tibia la cama, me marchó...

"Este adiós, no maquilla un "hasta luego", este nunca, no esconde un "ojalá",estas cenizas, no juegan con fuego, este ciego, no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo, esta letra no la protestaré, ahórrate el acuse de recibo, estas vísperas, son las de después.

A este ruido, tan huérfano de padre no voy a permitirle que taladre un corazón, podrido de latir, este pez ya no muere por tu boca, este loco se va con otra loca, estos ojos no lloran más por ti".


Joaquín Sabina

"Nos sobran los motivos"



febrero 26, 2009

Desfragmentación



Se ha dado finalmente el choque de la luna con el sol, salen ahora disparados algunos trozos candentes, resquicios de fuego y pedazos sin destello; están por todas partes: son las pequeñas huellas que permiten el reecuento preliminar de la explosión. Lluvia de luz entre las sombras y yo... yo caminando apenas con pasos torpes, usando mis manos para supervisar que las heridas de mi cuerpo no estén más abiertas... borbotones de sangre surgen de mi pecho... castillos enormes derrumbados, ilusiones hechas trizas... mi alma en jirones... el aire denso casi irrespirable... tú metida en mis ojos, tu diminuta silueta opacada por tanta destrucción... el cielo que se ha hecho uno con el infierno... y sólo he tenido tiempo de ver pasar el invierno... caos, silencio, ruido, más ruido, silencio, la nada... yo, yo luchando por recuperar las partes que han quedado de tu imagen fragmentada.

febrero 19, 2009

Huelga estomacal


Noticia de última hora

Se ha registrado en mi cuerpo algo sin precedentes en la historia de mi vida; hoy estalló en las instalaciones de mi recinto corpóreo una huelga estomacal. Intestino grueso e intestino delgado coludidos en mi contra. Argumentan que durante los últimos meses han sufrido de graves atentados, tales como: pocos reintegros en compensación de la ardua labor que realizan, largas jornadas sin materia prima que procesar, mal manejo de los recursos, desvío de fondos, y sobretodo, reclaman la constante entrada de materiales tóxicos, poco dúctiles y dificilmente procesables. El paro "parcial" de labores dio inicio esta mañana; los primeros registros datan de las 8:oo am, cuando al ingresar al cuarto de baño, se escucharon una serie de sonidos casi inaudibles que llamaron mucho mi atención al percatarme de que provenían de mi interior, específicamente de la cavidad gástrica.

Hasta el momento no se han presentado graves percances, tampoco se tiene conocimiento de cuánto más durará esta suspensión de labores, sin embargo, las autoridades competentes, han tomado ya cartas en el asunto, puesto que, se teme una severa inflación que desencadenaria entre otras tantas cosas, una severa crisis y una tremebunda explosión viceral.

Seguiremos informando...

(para Ella, por ese rugido que lleva dentro y que detonó este levantamiento)

LaBeRiNtO


¡Basta!... Basta he dicho hoy al ver la tarde, al enfrentarme al calor del medio día, al sentir apenas unas pequeñas gotas de sudor sobre mi frente. Ya no más, no más de eso que sabe y ha sabido a sal, sal de lágrimas que duelen. No es que me haya cansado de intentarlo, porque sí, lo intenté, más es muy pronto para ver resultados, por eso lo seguiré intentando, sé muy bien que un segundo no redime tanto tiempo. Con furia, con mucha furia grité BASTA... tenía las manos crispadas, las mandíbulas apretadas, el semblante descompuesto y el alma convaleciente por el golpeteo de aquella rabia creciente.

Cómo era posible que te excusaras -o mejor, te evadieras- con aquellas triviales frases, cómo, con qué argumentos tan nefastos defendías esa infantil y estúpida postura. -No toleraré ni uno más de tus caprichos- vociferé antes de salir de la habitación y azotar la puerta dejando que tus palabras quedarán encerradas, como si con eso fuera a lograr que escucharas los ecos de cuanta infamia habías pronunciado. -Recapacitará- me dije con tan poca fe, que aquella frase sonó más bien como un ridículo intento de convencerme de que así sería.

Caminé entonces a largos trancos por la calle de nuestro edificio hasta llegar a la esquina de la Avenida Juárez, donde doble a la izquierda y anduve dos cuadras más sin detenerme a mirar a los aparadores que tanto me gustaban; pasé frente a la cafetería de Don Simón quien quedó extrañado, cuando no respondí a su emotivo "buenas tardes" como habitualmente lo hacía; tampoco me detuve a comprar cigarrillos en la tienda de Doña Martha, ni ha recordarle a Don Caimán que me guardará un ejemplar el periódico del día hasta que volviera a casa; no, no hice nada de eso, era mucho mi coraje como para detenerme a pensar en nimiedades.

Tenía el ánimo devastado, no podía culparte por las escenitas que me montabas, después de todo, había sido decisión mía la de liarme con una loca de tu categoría. -Loca... sí una loca es lo que es- pensé en voz alta, como me hubiera gustado tenerte enfrente para decírtelo, alguien tenía que recordártelo, aunque quizá fue mejor así, seguramente me hubieras respondido -y qué, ya lo sé-, y entonces mi coraje se hubiera potencializado ante tan cínico acto.

Al llegar a Reforma, me detuve violentamente ante la escandalosa bocina de un lujoso auto que me hizo saber que ya no estaba la luz roja, con tal sacudida me encontré de vuelta en la realidad, pues, me había mantenido absorta en mis elucubraciones; entonces caí en cuenta de que había olvidado las llaves del apartamento, seguro las había dejado pegadas en la puerta, con semejante recibimiento que me habías dado la noche anterior, no me habría dado tiempo ni de despegarlas de la chapa. Dubité unos minutos, más pronto resolví no volver al departamento, porque mi regreso, sin lugar a dudas representaría un nueva afrenta contigo, y por esos días, mi paciencia estaba en sus niveles más bajos, y casi podría jurar que mis nervios no tolerarían ni siquiera el timbre lastimoso de tu voz....

enero 31, 2009

Buscando el fondo


Mi andar que no se detiene, yo que no deseo detenerlo, seguramente porque cada paso representa la experiencia de haber probado algo nuevo, la angustia de jamás haber estado allí, la curiosidad que lleva a descubrir y el placer de haberlo conocido. Vivencias dulces y amargas... una lágrima seguida de una consoladora sonrisa, y esa sonrisa perpetrada por la salada soledad de mis ojos. La música que no para, las luces palpitantes, alcohol en las venas... una botella y la que sigue... La mujer desconocida que llegó a besar mis labios, más mujeres, otras, ron, un cigarro, las luces, la música, el humo, ella, yo...

La policía con sus interminables preguntas, entran y salen sujetos uniformados, con sus armas en las manos, hablan con un código que no entiendo, yo sólo quiero capturar todas las sensaciones posibles.... ¿a qué sabe? me pregunto con insistencia; ella, él, todos. Ruido, frenesí, ahora que lo recuerdo no he comido... sus labios cálidos, sus manos, esas caricias, sus brazos -¿nos volveremos a ver?-, -no lo sé-... cómo podría saberlo... más ron, otro y luego otro, unos sorbos de aquella cerveza oscura y fría, tequila... sabía que pasaría, no dije basta, -quiero saber, quiero probar- me repetía. Mujeres, alcohol, luego otros labios, sus pechos, caderas, la música, todo junto, de uno en uno... Dónde está... Ella.

La mujer que se deshace de la ropa mientras baila cadenciosamente sobre la bocina... ella reaparece, me besa, yo no sé si quiero el beso de ella, o de aquella... quién es, ¿son ellas? Su piel, su olor, el ritmo, la multitud...

Silencio, oscuridad, ella ya no está... inconsciencia total...

Luz de día... tengo sed.

enero 24, 2009

Eso que causas, Mar



Recuerdo bien este temblor, es incontenible, tanto, que termina por desgastarme… recuerdo bien los estragos que causa; la primera vez que se apoderó de mí, te besé, me besaste, nos besamos… la segunda vez, puede atraparte entre estos brazos que ahora también tiemblan como aquellas veces, te abracé, me abrazaste, nos abrazamos… y la tercera vez que le sentí doblegarme, fuiste mía, fui de ti, fuimos…

Qué osadía… y pensar lo que este temblor puede causar ahora… ahora cuando… tú allí en el sitio que tienes, y yo, sitiando ese espacio para poder llegar a la orilla de tu lugar.

Recuerdo bien este temblor, inicia en los pies, sube a mis piernas, ocupa mis caderas, mi vientre, luego poco a poco el pecho, los brazos, trepa lentamente por mi garganta y se estaciona en mis mandíbulas, que tiemblan como mis codos, mis antebrazos y como las falanges de los dedos de mis manos…

Qué osadía… y aún así camino, sin poder contenerme, sintiendo que el temblor va ha derrumbarme en cualquier esquina, no puedo parar, tiemblo más y más… guardo las manos en los bolsillos pero los hombros no dejan de moverse en este vaivén prosado, acompasado con el resto de mi cuerpo.

Oleadas de este temblor van y viene, tu imagen líquida se pasea entre esos ires y venires… vas y vienes, vienes y vas… y el temblor no cesa… ha llegado a mi piel, a mi voz, taladra mis huesos, y se posa en mis entrañas.

Grito, gritan mis manos, mis pies están hundidos en la arena de tu playa… y yo, víctima de este temblor, y tú, que te acercas y te vas, que con tus aguas salinas vas y vienes, vienes y vas, en este vaivén prosado, acompasado por los rítmicos movimientos de tu oleaje; y yo, con los pies hundidos en la arena de tu playa, temblando y haciendo temblar todo menos las profundidades de tu inmensidad.

No te acerques más, no dejo de temblar, y si un paso más das, te voy a besar, te voy a abrazar… y temblando voy a naufragar en las aguas salinas de tu mar.

Breve Historia


Me llamaste con disimulo, te seguí a pasos trémulos, como con cierta inseguridad. Caminamos de la mano durante un largo rato hasta que por fin te detuviste, ya estábamos lejos, quizá en mitad del bosque... Tú, recargada en el tronco del frondoso árbol contemplabas la luna que brillaba con insistencia en lo alto del cielo, y a ratos cerrabas los ojos para sentir cómo la suave brisa de la noche acariciaba con cuidado tu rostro… yo, te miraba impaciente, tratando de descifrar el secreto que guardabas tan recelosamente, pero Tú no decías nada más de lo poco que comunicaban aquellos breves suspiros que de cuando en cuando se escapaban de tu pecho. Luego de un prolongado silencio, a tientas y con los ojos cerrados buscabas mis manos, en un intento por comprobar que aún estaba al lado tuyo; se respiraba en la corta atmósfera un aire de incertidumbre entremezclado con la excitación que nos provocaba aquel inesperado encuentro.

Así, casi de pronto abriste los ojos, levantaste la vista y te perdiste por unos minutos en la inmensidad del universo; me pediste me acercara un poco más a ti con un suave tirón de mano y señalaste con uno de tus delgados dedos un punto en el cielo; al mirar descubrí una estrella fugaz, que veloz desapareció detrás del filo de las montañas, fue entonces cuando te decidiste a hablar… -¿me amas?- preguntaste ansiosamente; -¿aún lo dudas?- respondí mientras apreté fuerte tu mano… el profundo y pesado silencio volvió a hacerse presente.

La noche todavía no estaba tan entrada y sin embargo, todo a nuestro alrededor estaba cubierto por una densa sombra, todo, menos el lugar que había escogido, allí los tenues rayos de la luna nos daban la oportunidad de mirarnos casi sin dificultad. No dijiste más, te sentaste sobre el pasto verde y terso, nuevamente con un sólo gesto me exigiste que hiciera lo mismo y me posicionara allí junto, y yo, si cuestión alguna obedecí, como esperando que de una vez por todas quebrantaras aquel misterioso ritual pero, me encontré otra vez contigo, a solas en la oscuridad que no decía nada, y no me atreví a pronunciar palabra, pues, temía romper la magia que a base de silencios e inesperadas reacciones te habías encargado de construir.

Después de un largo rato de permanecer allí sentados, me acuclillé delante de ti y sin dejar de mirarte fijamente a la cara, sin perder detalle de ti, me acerque hasta tus labios para depositar en ellos un cálido beso. Luego de ese beso, seguí mirándote, y empapándome de tu imagen; una vez que sentí que ésta me invadía, me aproximé otra vez a tu boca, pero esta vez te recosté en el pasto y me deje llevar por mis deseos…

Me adosé a ti, hasta que nuestros cuerpos pudieron sentirse, nos besamos y ahora los besos subían de intensidad, las manos que habían permanecido quietas ya no podían hacerlo, una peligrosa sustancia invadió nuestras venas vehemente… y así dejando que cada beso nos condujera al siguiente, y dejando que cada caricia continuara con el compás de la anterior, creció la exaltación en nuestros adentros, el deseo se volvió cada vez más intempestivo y el clima de aquel frío y solitario lugar se torno en una atmósfera propicia para entregarnos sin reservas…

Y yacías en el suelo, desnuda, bañada por la luz de la luna… Fue tan mágico aquel encuentro que aún siento la vibración de nuestros cuerpos; te estremecías con cada roce de mis manos, aunque a momentos lucías tan frugal que tuve miedo de no lograr que llegáramos a tocar el cielo; pero conforme la pasión se apoderaba de nuestras almas descubrí que deseabas ese momento tanto como yo… Imposible olvidar como me recorrías, como te deslizabas sobre mí; tus labios me gritaban que te besara y tus brazos me envolvían, al tiempo que intentábamos fundir nuestros cuerpos; tus piernas, tan firmes, se entrelazaban con las mías y tus dedos se mostraban cada vez más impacientes, se paseaban por mi espalda mientras yo, con los míos dibujaba tu silueta. A momentos era necesario recogerte el cabello para poder mirarte a los ojos, esos ojos brillantes que me revelaban lo mucho que gozabas; recuerdo bien esos instantes en los que era imprescindible hacer una breve pausa para recobrar el aliento, entonces me recostaba a tu lado procurando estabilizar mi respiración e intentando no dejar escapar el calor que nuestros cuerpos sudorosos desprendían…

Y así, con la misma intensidad nos amamos toda la noche, sin dejar pasar algún detalle. Fue un momento maravilloso que aún guardo en mi memoria y que se despierta cada noche mientras medito sobre mi cama desierta esperando que pase el insomnio, aguardando lo deseos de volverte a ver, de volverme a cruzar con esos ojos negros, profundos y brillantes que me enseñaron el camino que conduce directo al paraíso y me brindaron la oportunidad de conocer la intensidad de eso que dicen, es amor…

Méndez
Invierno 05’