septiembre 13, 2009

Grietas



Voy a callar lo que se sobreentiende y dejaré de decir, por ejemplo, que a menudo, cuando llega la noche y las canciones de antaño la rayan, siento tu presencia metida en los quicios de las puertas del armario, en las rendijas por las que se me escapa tu voz y en los recónditos sitios donde -antes- colgabas los ojos para que no me miraran. Callaré también los secretos de tu piel, los vicios de tus manos y las marcas de tu espalda; dejaré de contarme los mismos cuentos: esos que hablan de ti y de mí, de cuánto y cómo quisimos querernos; olvidaré rociar las sábanas con el sudor de unos cuerpos inertes, empolvados y envejecidos; esos cuerpos que añoran lo que nunca jamas sucedió. Evitaré volver la mirada cuando al caminar el sonoro ruido de tus tacones alcancen mis pasos enmohecidos; empacaré en un desgastado veliz tu boca y los dedos de tus pies, tus codos y el negro de tu cabello, lo sellaré con besos de mis labios y lo sepultaré al interior de mis huesos, y entonces ya no habrá más serenatas ni noches de fiesta en tu honor, ya no más botellas de vino consumidas entre gritos y dolor, ya no más tu sonrisa dibujada en el humo gris del cigarro que se me quema entre los dedos. Pintaré de un nuevo azul las paredes, compraré cortinas y abriré las ventanas, desinstauraré el orden de tus cosas pero, sobre todo, repararé las grietas de la cama por las que -ocasionalmente- vuelves de tu exilio para hacerme el amor mientras me saboreo los -ya, anticuados- recuerdos.

septiembre 12, 2009

Encarcélame


Hay remolinos en los mares y en las cosas. Ventarones en el alma. Playas desiertas. Nubes grises sobre la casa. Olores regados entre las sábanas. Hay veranos e inviernos cruzando ese mar. Dolores de cabeza y mujeres hermosas que se vuelven molestas cuando no se pueden olvidar. Centellas y fuego que raspan las lenguas. Pies cansados de tanto andar.

Hay cosas que pintas y vuelves a pintar. Hay cientos de razones para encerrarme contigo y cerrar la puerta después de entrar.