abril 26, 2009

CaFé Y CuErPo dE MuJeR


Entre los incesantes ruidos de aquella vieja y poco concurrida cafetería, un día muchos años atrás, se sentó como cada tarde a disfrutar del ajetreo de la ciudad desde la pasividad de su asiento... Llovía entonces, y como cada tarde de lluvia, dio rienda suelta a sus recuerdos de mujer... Y en esas estaba cuando se preguntó porqué sería que existía una asociación entre café y el sexo... y dedujo entonces que quizá tal cosa, se debía a que existen grandes similitudes entre el café y el cuerpo de una mujer:

El café al igual que la mujer puede tomarse caliente, tibio o frío -cosa que es poco recomendable- pensó. Tanto el café como la mujer, despiden un exquisito aroma que detona recuerdos, instintos y sensaciones... Aroma de café y aroma de mujer son además una excelente combinación. El café despierta en la boca del que lo prueba y con delicadeza lo bebe una fiesta de sabores, lo mismo que el cuerpo de una mujer cuando se degusta con suavidad y con tiempo. La hora del café propicia largas y fascinantes conversaciones que rara vez termina en un acuerdo, se profiere en cambio un: "no te entiendo"; hablar de mujeres es un tema polémico y absorbente, pueden pasarse horas, pero regularmente la frase concluyente es un: "quién las entiende", mas el café puede beberse mientras se conversa, pero no es fácil conversar mientras se bebe una mujer -se dijo después-.

Una taza de café y una mujer siempre se antojan en la cama... o bien, pueden estar calientes y sobre la mesa; las manos se vuelven tremendamente hábiles en caso de que se tenga un cuerpo desnudo o una taza entre ellas; tanto las mujeres como las tazas de café, pueden verterse, vaciarse y después volver a llenarse, las veces que se desee; además las mañanas son más gloriosas cuando al despertar descubres esa silueta de mujer paseándose sin ropa por la cocina mientras la cafetera se encarga de tener listo el primer café. Un café bien cargado y una mujer pueden mantenernos despiertos toda la noche y activos un día completo -agregó-.

Y bueno, así como en la taza después del último café quedan sedimentos de éste, así en la piel y en las sábanas quedan sedimentos de mujer cuando se ha concluido el acto. Una vez terminado el café se enfría la taza, así como se enfría la cama una vez que el cuerpo se ha ido. Y finalmente afirmó- habemos quienes disfrutamos enormemente de una taza de café y de un cuerpo de mujer, y quienes enloquecemos sino tenemos cada día un buen café y una mujer buena ¿buena mujer?....


abril 18, 2009

FrAgOr



Un día decidí que debía sentarme a escuchar el Silencio... el día llegó y él habló y habló por horas y horas, me miraba, luego miraba el infinito que se nos adelantaba... sofocado, incluso, desesperado, me envolvió con su sombra dejándome un amargo dulzor en el cuerpo, en los labios y en la boca... Se me apagó la luz y me entregué a sus brazos... El tiempo se marchó dejando entre nosotros graves estragos... Salió después el Sol, nos sorprendió aún abrazados, fundidos en uno solo... fue entonces cuando el fragor de aquel encuentro se escuchó de cerca y a lo lejos.


Me sedujo, me indujo a olvidarme... y primero nos miramos, después nos tocamos, hasta que por fin nuestros cuerpos se entrelazaron... y yacíamos, el Silencio y yo en el mismo lecho, un lecho improvisado: de memorias y remembranzas, de llanto y nostalgia... él creía que seríamos, más descubrí que desde ese momento, no sería ya la misma... el silencio no tenía lugar en mis adentros... se lo dije entonces, petrificado me miró -ya no con amor sino con rabia- y dijo: "aún así, te acompañaré, seré tu silente compañero, no me notarás aunque ande a tu lado y de tu mano, no me reconocerás pese a que vaya rodeando con mis brazos tu cuerpo y tu cintura". Luego se quedó callado, el Silencio no volvió a producir un ruido, nada, ni siquiera algo parecido a un lastimoso gemido...


Desde entonces hasta ahora me visto cada día con los sonidos, las voces, los gritos y los suspiros... con el susurro del viento, con la opacidad de las gotas de lluvia que suenan al caer y estrellarse valerosas contra la ventana... me embeleso con el murmullo de la tierra y el crujir del fuego... me cubro diariamente con una sinfonía porque el clamor del Silencio se escucha, resuena en mi cabeza, en mi piel, en los huesos... y cualquier noche puedo extrañarle tanto como para perderme con él, en él, sin miramientos, perdidos nuevamente en el tiempo y en la cama...

(Por que sé que nos recuerdas: me habitas)

abril 14, 2009

La indirecta comprendida


Y finalmente, como un sordo rumor, volvió a escucharse el sonido de aquellos, tus tacones lejanos...

...allí, a unos pasos de distancia...

abril 12, 2009

Suspiro entre trazos borrosos, rotosos...

Esa misma mañana, cuando despertó y sintió la punzada que desde hace tantos días le aquejaba, supo de inmediato que había un sobre en el buzón... bajó a grandes trancos la escalera, con un golpe violento abrió la puerta y salió al porche, de un salto libró los escalones y llegó hasta la caja, abrió la tapa apresuradamente, metió la mano y recogió la pequeña cartulina; una vez de vuelta en el pórtico, encendió un cigarrillo, se sentó en la polvorienta mecedora, desdobló el amarilliento papel y leyó:

Y si hoy que es domingo y Dios descansa y no puede mirarnos, mucho menos juzgarnos, conducimos nuestros pasos entre el ruido de las calles... y si con desenfado andamos, sintiendo nuestros cuerpos palpitantes... y sin nos amurallamos y nos perdemos en aquella vieja cama...

Sabés bien que ayer fue en demasía pronto, sabés también que si despierto mañana será entonces -para vos y para mí- terriblemente tarde.

Se me desgasta el recuerdo de vos, me voy perdiendo en tus memorias: somos trazos borrosos, rotosos... Lo sabés, vos lo sabés todo, desde antaño lo supiste... ¿qué hacés hora que no me mirás ni me tocás? Vos dijiste que esto pasaría y pasó, nos pasa... No lo sabés pero yo me encuentro con vos diariamente al doblar la esquina, te miro en otros ojos, me tomo el café con vos y te platico de mi vida... y una vez entrada la noche, como antes, religiosamente te llevo a la cama y me pierdo en vuestras piernas flacas y caderas huesudas... Vos estrenaste mis noches, mi piel, mis huesos y tantas otras cosas... Vos debutaste en mi boca... Esa boca cuyos trazos son ya borrosos, rotosos...

Sos hermosa... son enajenantemente vanidosa... sos tremebundamente dolorosa.

Nuevamente la carta había sido devuelta, miró con tristeza el sol que apenas se levantaba impetuoso en el horizonte, apagó el cigarrillo, exhaló lastimosamente y cerró los ojos...

abril 10, 2009

Evocarte para invocar

Islamar, primavera 09'

Aparécete... yo te invoco.
Convoca hasta aquí tus pasos,
date el lujo de virar una vez más.

Aparécete... yo te invoco.
Déjame mirar tu silueta al llegar,
tu modo de andar,
tus pies descalsos sobre la arena de este mar.


Aparécete...
Trae contigo tus piernas,
rodáeme con ellas,
entre la brisa ligera y esta niebla.

Aparécete...
Devuélveme esa boca,
traela hasta mi boca,
y eternicemos la fugacidad de ese instante,
por tantos años agonizante,
todo aquí,
entre la brisa ligera y la tibia arena de este mar.

abril 09, 2009

Quella -funesta- finestra


Jamás pude explicarme la rabia con la que me enfrentaba a lo que de esa ventana provenía... era un ataque subversivo en mi contra -sin que aparentemente tuviera la intensión de serlo-... en cada ocasión que me paraba a pie enjuto al borde de aquella abertura se mezclaban tal cantidad de emociones que no había plataforma alguna que pudiera rescatarme del terremoto... y vaya que la sacudida me aturdía!!!...

Inexplicable el terror que me causaba mirar sus ojos dibujados en el bello rostro que contrastaba con el azul de fondo... me angustiaba pensar que desde ese lugar, inmóvil, me miraba y -que por si fuera poco- con esa mirada escudriñaba no sólo mi cuerpo sino la profundidad de mis adentros... esa peculiar forma de verme me generaba una insoportable sensación de desnudez, que al paso del tiempo se transformaba en un lastimoso dejo de dolor... era como si a través de los ojos intentará escupirme sus secretos. Y yo idiota me enfrentaba a ellos como si realmente me correspondiera tan deshumanizadora tarea; hurgaba las líneas, desenmarañando palabras, avanzando con cautela entre laberintos de letras, con el sopor a cuestas. Era tan brutal el recorrido por aquellos funestos senderos, era tal la dolencia de aquellos torpes y pesados pasos que mis pisadas agónicas quedaban marcadas en el hastío de las arenas movedizas de su escritura.

No tenía porqué, lo sé, aunque nunca se lo dije, siempre pensé que era precisamente aquella mezcla de terror y excitación lo que me seducía, y era entonces cuando perpetraba los cristales de la claraboya y me sumergía irremediablemente entre la tinta y el papel sobre el que trasbocaba, hasta vaciarse, hasta sentir que ya nada dentro le causaba molestia... hasta que el tétrico silencio la invadía y la dejaba en la cama, rendida, profundamente dormida.

Y era entonces su vomito lo que yo leía... frases cortas y suaves, otras largas y brutales, unas dulces y amables, muchas más vivaces, pretenciosas, perniciosas, tendenciosas; las había nostálgicas, dolorosas y caprichosas. Grafías amorfas, azules, doradas, grises y aventuradas, todas por su mano, sutilmente delineadas para darse el lujo de purificarse, mientras prostituía con ellas no sólo mis ojos y mi piel, sino mi pasado y mi fe.

El fastidio de la distancia, lo insoportable que resultó su ausencia, lo febril de su adolescencia, lo grácil de su infancia y lo imprescindible de su juventud flotando en el mar detrás de la ventana, navegando entre frías corrientes de otros ojos y más puños palpitantes que en el cielo surcado de su hoja en blanco se han quedado. Y ya la verborrea y la voz rompen en la playa de la oscuridad y el desconsuelo, y ya yo voy pescando con fervor los breves fragmentos, las viñetas y el sin fin de destellos de brillantes ideas.

Brotan después de las cavidades de mis claros espejos, a cuenta gotas aguas salinas que ruedan hacia abajo por mejillas y cuello, y limpian con desenfreno a su paso, las impurezas que sus vituperios y oprobios han ido dejando a lo largo de mi recorrido morboso, tortuoso, monstruoso.

Y todo del otro lado de la ventana, donde alguna de estas noches, en el preludio de luna llena, se desvanecerán las grafías, la monserga y la prosa profana de su pluma. Cuando de mis lumbreras se agote el plañido y el oleaje arranque de tajo sus constantes rugidos y todos sus sonidos, incluido el desgastante eco de su voz, que trae consigo las voces de otros, que no tienen porque ser: mis demonios.

abril 02, 2009

De otra, será de otra, como tú de mis labios

Y entonces en un violento intento por conciliar el pasado con el presente, desprendió una hoja y escribió:

Pero es que en ese afán
de olvido, me encuentro
tu nombre por descuido

Anoche Flaca, anoche no tenía ganas de ti porque había una mujer en mi cama, sí, debajo de las sábanas, frotando su piel contra la mía y disfrutando de las delicias del cuerpo y la carne.

No, tú no estabas, sólo Ella y yo a puerta cerrada, jugando cuerpo a cuerpo, apostándole a su desnudez y a la mía; urdiendo con estos dedos esos lugares recónditos, recorriendo con mis palmas cada palmo de dermis y epidermis, descubriendo con mi lengua cavidades antes para mí vedadas.

Y estábamos con la piel pringada de cristalinas gotas de amor, sexo y ganas; con las bocas acuarteladas, en los labios mordiscos de esos que encienden la flama... ardía, ardían las paredes, las sábanas y la cama... Fiebre, en Ella de mí, en mí de Ella... calor de cuerpo de ambas... Sí, en las paredes blanquecinas se proyectaban dos sombras, mas un sólo torso había en la cama.

A conciencia Flaca, todo fue a pura conciencia, la deseaba y quería su silueta dibujando en el aire indescifrables piruetas, y su espalda sutilmente bronceada y su vientre caliente y su sexo mojado. Por eso ella estaba conmigo, por amor y por ganas. Sí Flaca, le amo, de algún modo le amo, y a su manera Ella también lo hace conmigo... lo hacemos...por amor y por ganas, sin rencor y sin miedo... lo hacemos... por religiosidad, pasión y deseo.

Joder. y yo allí, con la boca seca y palpitante de besos y Tú, en algún lugar ofreciendo, lastimosa, tus labios.