mayo 13, 2009

Baúl de los recuerdos


Se le acababa el día, y con él, sus horas de lucidez... comenzaba la demencial tarea de dar rienda suelta a sus fantasmas, de cenar y brindar con ellos, de bailar entre sus brazos el tango que a profundidad rasgara sus nostalgias; ese mismo tango que todas las noches le inundaba de recuerdos y le llevaba a la cama, rendida de acordes, embriagada de melodía, para perderse después...
Se le ve ya súpita en el mar de las posibilidades, allí donde todos sus anhelos son, más que reales, realizables... de allí obtendrá la historia que ha de redactar mañana y que estará, a más tardar en un mes, publicada en el libro de las hojas en blanco; ese mismo libro que sólo permea las letras cuando se vierte la propia sangre entre las páginas del papel corrugado...

Ha entendido que no debe temer más, que habrá cientos de cosas que no puede ni podrá explicar... ya no hay más lastres... se ha desprendido por fin de tan perversas ataduras y ahora respira y piensa con libertad mientras camina... Sus pasos son más livianos y no por eso menos seguros... surca el mar de las desesperanzas con los bolsillos llenos de ganas... Ya no pretende más aniquilar su propio recuerdo, pues, se ha hecho consciente de que ese no lo perdurará Ella, serán los otros, esos que en el camino -con dolor y sin él- se han ido quedando con partículas muy suyas, con piezas y argumentos que le pertenecieron y le pertenecen pero con un tiempo y una distancia considerable, lo que no les quita el valor de propiedad, pero les añade ese rastro de lo que ha sido conseguir su libertad.

Y poco importa cómo terminará la historia que resulte de sus cavilaciones, ahora duerme profundamente, y cuando despierte surgirá de las sombras con los ojos más líquidos pero menos compungidos, con las manos más heridas pero menos sangrantes... con los pies dolientes pero, sedientos andar... estará lista entonces para sostenerse con sus propias piernas y comenzar a caminar.



En memoria de aquel viejo cuarto,
donde un día cerró los ojos
con la esperanza de despertar allí mismo,
mil años luz antes de ese momento.
Esa noche flotaron por la habitación
-como ahora en esta hoja-
esas memorias que pertenece al baúl de los recuerdos.


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