octubre 23, 2009

DemontreS



Te sujetas apenas de las nimiedades de cada día, miras y caminas, andas con el mismo desenfado de siempre, planeas no detenerte aunque procuras perderte, con cada paso, entre el frío y tanta gente... Pendes de algo que se parece más bien a nada, son sólo los veinte minutos que has dormido en los últimos cinco días: has perdido la noción de las horas y la única vez que te esforzaste en aletargarte, un sudor frío que provino de las sábanas y te empapó el cuerpo se llevó de ti las ganas. Nadie sabe nada ni ve nada, tampoco hay ruido, nada, únicamente te acompaña ese zumbido que crispa tus puños y te revuelve la sangre con el bálsamo -ahora- podrido que -antes- te acallaba los demonios...

Sí, tienes razón, en tiempos primitivos los demonios no te trastocaban o, por lo menos, no atacaban las entrañas de tu ser, se limitaban a rondarte los cabellos y de cuando en cuando te acariciaban, pero qué es al presente de aquellos tiempos...

¡Pinches demontres!... te poseen: maldito cuerpo enfermo tu cuerpo.

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