octubre 18, 2009

Tálamo


Silente, muda, más incluso que silencio; diminuta o abismal según la profundidad de la noche o la posición de la luna. Sola y fría, sí, a veces cuando no tiene cuerpos, ni sudor ni besos que humecten su piel o sus deseos. Abrasadora y rotunda cuando después de unas copas, del misterio y las risas, dos amantes se tumban y la riegan de pasión y de ganas; se vuelve entonces cómplice y compañera, amiga discreta, de ésas que saben muy bien lo que pasa y cómo pasa, pero se reserva en el silencio para disfrutar traviesa de lo que posee, de lo que sabe y calla.

Desierta, sobre todo, cuando hay tormentas y las arenas movedizas trastocan los pasos seguros alejándola de convertirse
en oasis. Tropical o veraniega según se le ocupe y con qué frecuencia, a placer de las horas que se pasen en ella.

Seductora y coqueta, invita al cuerpo y los huesos a perderse entre sus pliegues y capas, en la confortabilidad de sus brazos y piernas que ciñen ajustadamente al ocupante en turno. Infiel, capaz de recibir con amabilidad y agrado a quien la tome despojándola o no de sus ropas; aloja y cobija a cualquier forastero, o un par o más de ellos, cumpliendo exigencias y gratificando con suaves y breves descansos o profundos y prolongados estados de éxtasis al que con fervor a ella se entrega.

Protege y cura, mancilla y provoca, seduce pero, sobre todo, conduce al letargo exquisito de sentirse perdido en sus adentros, detrás de su vendaval y ajuares… caliente, suave y deseable: la cama.

2 comentarios:

FOREVER-EVER dijo...

Hoy tenia la esperanza de hallar algo aquí, y lo encontré...

Y como muchas veces la espera ha valido la pena
Te sigo :)

L.C dijo...

Gracias una vez más por naufragar en los mares de mis letras... de mis intentos de vencer lo que me es inmanente: la muerte.

Gracias por perder aquí, en los mares de las cosas.

Un abrazo